LO QUE HACEN LOS POETAS


Las pequeñas virtudes, Gustavo Martín Garzo (“El País”, 17 de octubre de 2005)
[…] Ladrones de huevos. “Las gallinas”, escribió Gómez de la Serna, “está hartas de denunciar en las comisarías que la gente les roba los huevos”. Esta frase nos hace sonreír, pero por algo bien distinto a lo que nos sucede con un chiste común. Sonreímos porque percibimos en ella el embrujo de la verdadera poesía. Y todo porque es capaz de devolver a las gallinas la dignidad que llegaron a tener cuando sus antepasadas no vivían en nuestros corrales, y podían moverse a su aire. La dignidad de los urogallos, los faisanes, de todas las aves salvajes. O dicho de otra forma, porque nos permite contemplar a las pobres gallinas como algo más que carne para nuestros guisos. Porque ¿acaso no es cierto que les robamos? Ellas ponen todo su esfuerzo, llegan hasta casi enfermar en la tarea de conformar sus huevos, y nosotros se los arrebatamos al instante para llevarlos a la cocina. Es cierto que las tenemos para eso, pero eso no quita para que al menos se merezcan un respeto. Eso hacen los poetas. Agradecer a las gallinas los huevos que llevan a su mesa, al sol la luz con que nos despierta cada mañana, a los ríos el agua con que llenamos nuestras bañeras. Dicho de otra forma, el poeta escribe para agradecer. Toma el huevo, y se detiene a mirar el corral donde lo ha encontrado. Y le parece hermoso. Esa mirada entre sorprendida y burlona, es la mirada de todos los poetas del mundo. […]

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